
Mi objetivo es tratar personas, no dolencias. Para ello empleo múltiples técnicas alternativas, en las que evoluciono y aprendo día tras día.
¿En que consiste mi trabajo contigo?
En escucharte.
En entenderte (no solo todo lo que dices. Ver si hay algún ‘peso’).
En atender a ese ‘peso’ por medio de la dolencia que expresas.
En averiguar que hay detrás, porque hay dolores de sufrimiento psíquico.
¿Cómo lo hago?
Lo primero es darte un masaje general, que a veces es el gran olvidado, porque el cuerpo es el que me da la información: compruebo tejidos, dureza, tensión. Valoro tu estado externo e interno. Por ejemplo, si percibo una gran rigidez es que soportas un elevado grado de estrés aunque no lo verbalices. De hecho, muchas personas se sorprenden: ¿Cómo sabías que me tenías que tocar ahí?
Si tienes un alto nivel de contracturas, demuestra que cargas sobre tu espalda la elevada responsabilidad de los cuidados.
Pero siempre hay algo que prevalece. Siempre estamos en cambio, sea este verbalizado o no. El cambio lo promueve el cuerpo a partir del dolor.
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