Aquí es donde empecé. Otro abordaje al campo emocional y al crecimiento de la persona. Porque no todas necesitamos lo mismo, por eso hay que tener más oferta en el menú, mayor paleta de colores, para escoger.

Su creador se llama Edward Bach (1886-1936), apellido galés pronunciado [-ch] y no [-j] como el alemán, un médico inglés que observa preocupado como enfermos con la misma dolencia curan y otros, no. Se da cuenta de que el estado anímico nos predispone para la mejoría frente a la bajada de defensas que padecemos al disgustarnos.

Bach entiende que todos nacemos con un carácter y una forma de ser y todo lo que nos aleja de nuestra forma de ser nos enferma, bien en sentido hipo o hiper. Entonces, estudia los comportamientos humanos y establece una clasificación en siete grupos emocionales:

  1. Por miedo no haces.
  2. Sumisión. No puedo. No soy capaz.
  3. Falta de interés
  4. Soledad no deseada
  5. El que dirán nos condiciona.
  6. Abatimiento. Culpa. Disgustos.
  7. Excesiva preocupación.

Todo esto lo relaciona con los efectos beneficiosos de las plantas que tanto conocía en su laboratorio, al que sus compañeros se referían como la luz que nunca se apaga.

Los preparados de las flores de Bach se logran utilizando el método del sol, en el que las flores flotan en agua pura durante tres horas bajo la luz directa del sol. Una vez que el calor ha transferido la esencia de las flores al agua, esta se mezcla con coñaq, el alcohol que actúa de conservante natural. Así, Bach crea treinta y ocho destilaciones más un remedio-rescate.


Ahora si, hay que tener claro que no hay flores de Bach para el dolor de cabeza pero si, para lo que crea el dolor de cabeza. Las flores de Bach no te cambian la personalidad, aportan serenidad para tomar decisiones o pasar momentos difíciles.

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